MENTE SANA
Jesus Molina Molmar
El objetivo es poder divulgar temas de Psicología, autoayuda, autoestima
Los programas de MENTE SANA en AHORA RADIO
y otras entrevistas interesantes que, pueden encontrarse en internet,facebook, you tube bibliotecas o enciclopedias.
El autor del blog no tiene porque estar de acuerdo con los contenidos de los articulos publicados.
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Día 20/10/2014 - 03.31h
El
catedrático Marino Pérez, autor de «Volviendo a la normalidad», asegura que no
hay biomarcador cerebral que justifique el Trastorno por Déficit de Atención
ERNESTO AGUDO
«No existe. El TDAH es un diagnóstico
que carece de entidad clínica, y la medicación, lejos de ser propiamente un
tratamiento es, en realidad, un dopaje». Esta es la sentencia de Marino Pérez,
especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas
de Intervención en la Universidad de Oviedo, además de coautor, junto a
Fernando García de Vinuesa y Héctor González Pardo de «Volviendo a la normalidad», un libro donde dedican 363 páginas a desmitificar de
forma demoledora y con todo tipo de referencias bibliográficas elTrastorno
por Déficit de Atención con y sin hiperactividad y el Trastorno
Bipolar infantil. Lo que sí que existe, y es a su juicio muy preocupante, es el
fenómeno de la «patologización de problemas normales de la infancia,
convertidos en supuestos diagnósticos a medicar».
—En «Volviendo a la normalidad», ustedes
ponen el dedo en la llaga, al asegurar que el llamado Trastorno por Déficit de
Atención, con o sin Hiperactividad (TDAH), no existe.
—El TDAH es un diagnóstico, cada vez más
popularizado, que carece de entidad clínica. Para empezar, no se establece
sobre criterios objetivos que permitan diferenciar el comportamiento normal del
supuestamente patológico, sino que se basa en apreciaciones subjetivas, en
estimaciones de los padres del tipo de si «a menudo» el niño se distrae y se mueve
mucho. Más que nada, el diagnóstico es
tautológico. Si un padre preguntara al clínico por qué su hijo es tan desatento e inquieto, probablemente le respondería porque tiene TDAH, y si
le preguntara ahora cómo sabe que tiene TDAH, le diría porque esdesatento e inquieto. Por lo demás, insisto, no existe ninguna condición
neurobiológica ni genética indenficada, y sí muchas familias donde no se asume que la educación de los
niños es más difícil de lo que se pensaba.
—¿Quiere decir que no hay ninguna prueba
médica que lo demuestre?
—No. No existen pruebas clínicas ni de
neuroimagen (como TC, RM, PET, etc) ni neurofisiológicas (EEG, ERP) o test
psicológicos que de forma específica sirvan para el diagnóstico. Lo que
nosotros decimos en esta obra, con toda seguridad, es que no hay ningún
biomarcador que distinga a los niños TDAH.
No se niega que tengan problemas, pero son niños, que tienen curiosidad y quieren
atender a lo que sea, moverse... A sentarse es algo que hay que aprender. No
existe ninguna alteración en el cerebro.
—Pero los expertos en TDAH afirman que
este trastorno mental/psiquiátrico del neurodesarrollo conlleva ciertas
particularidades cerebrales, y niveles anormales de sustancias
neurotransmisoras...
—Pudiera haber diferencias en el cerebro, como es
distinto el cerebro de un músico al de otro que no lo es. Incluso el de un
pianista a un violinista. Pero esa diferencia del cerebro no es la causa. El
cerebro es plástico y puede variar su estructura y su funcionamiento
dependiendo de las exigencias y condiciones de vida. Un ejemplo muy famoso es
del hipocampo cerebral de los taxistas de Londres. Cuantos más años de
profesionalidad, más alterada es esa estructura cerebral. ¿Por qué? Porque está
relacionada con el recuerdo y la memoria espacial, como es requerido para ser
taxista en una ciudad de 25.000 calles como Londres. Lo que se pueda observar
diferencial en el cerebro de quien sea, en este caso de niños a los que se
diagnostica TDAH, no explica que esa sea la causa del supuesto trastorno, si no
que los niños sean más activos e inquietos. Pero algunos padres se agarran o
podrían estar interesados en encontrar una diferencia cerebral en los niños que
les justifique o exima de responsabilidad en lo que le pasa al niño. Insisto,
no hay ningún clínico ni ninguna prueba de neuroimagen que pueda validar un
diagnóstico, como no hay evidencia que demuestre que los niveles cerebrales de
dopamina o noradrelina sean anormales en niños con este diagnóstico.
—Ustedes también recogen en su obra que
muchos clínicos, y hasta laboratorios farmacéuticos, que reconocen que no hay
biomarcadores específicos.
—Cualquiera que esté al tanto de las investigaciones
no puede dejar de reconocer que en realidad no hay biomarcadores específicos
por los que se pueda diagnosticar ese TDAH como una entidad clínica diferencia.
En España hay multitud de expertos en el tema que después de defender que es un
trastorno bioneurológico, reconocen que no hay bases neurológicas establecidas
para el diagnóstico. Y sin embargo mantienen ese discurso. Casualmente, suelen
ser personas con conflictos de intereses reconocidos y declarados, que han
recibido y está recibiendo ayudas y subvenciones y todo tipo de privilegios de
diversos laboratorios. Es decir, muy a menudo los defensores del TDAH mantienen
esa retórica a pesar de que no hay evidencia, por un conflicto de intereses que
les lleva a sesgar la información por el lado de lo que desean que hubiera en
base a los intereses de hacer pasar el trastorno como si fuera una enfermedad
que hubiera que medicar.
—La realidad es que el TDAH se acaba de
reconocer en la flamente Ley orgánica para la mejora educativa (LOMCE).
—Las instancias políticas, empezando por el Parlamento
Europeo, con su «libro blanco» sobre el TDAH, y terminando por su inclusión en
la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), puede que estén
dando carta de naturaleza a algo cuya naturaleza, valga la redundancia, está
por determinar y que, de hecho, es controvertida. Se está reclamando que se
hagan las dotaciones adecuadas que contempla la ley como son ayudas,
subvenciones, e incluso rebajas para la adquisición de los libros de texto,
ventajas para acceder a becas, quien sabe si hasta para acceder a la
Universidad. Mientras, los lobbies de la industria farmacéutica se estarán
frotando las manos, viendo como los políticos «trabajan» a su favor. Los
políticos creerán que han hecho lo políticamente correcto pero, de acuerdo con
lo dicho, sería incorrecto científicamente.
—Usted augura que, a partir de este
reconocimiento, habrá muchos interesados en que el niño reciba un diagnostico
formal de TDAH.
—Si. Esto mismo que ha pasado en España, de que la Ley otorgue cobertura legal al TDAH, se
vio con anterioridad en 1997 en Quebec (Canadá). Allí hicieron un estudio de
seguimiento de diagnósticos durante los 14 años siguientes y se encontró que en
esa provincia canadiense en concreto, y a diferencia del resto de Canadá, había
aumentado exponencialmente el número de niños medicados. Un crecimiento que no
se observó en otras enfermedades propiamente infantiles como el asma, donde el
porcentaje se mantuvo el resto del tiempo. Además, los niños que tomaban
medicación de forma continuada tenían un rendimiento más bajo a largo plazo. Y
tenían a su vez otros comportamientos y otras alteraciones como ansiedad y
depresión.
—Los efectos secundarios de la
medicación es algo que ustedes también citan en esta obra, al señalar que los
padres no son muy conscientes de los mismos.
—La utilidad de la medicación, hasta
donde lo es, no se debe a que esté corrigiendo supuestos desequilibrios
neuroquímicos causantes del problema, como se da a entender, sino a que el
propio efecto psicoactivo de la droga estimulante puede aumentar la atención o
concentración, como también lo hacen el café o las bebidas tipo Red Bull. La
medicación para el TDAH no es, en rigor, un tratamiento específico, sino un
dopaje: es la administración de fármacos o sustancias estimulantes para
potenciar artificialmente el rendimiento. En cuanto a la salud, estas anfetaminas
lo que producen es un efecto inmediato (si es continuado) de aumento de la
presión sanguínea y cardiaca, que les puede llevar a tener a la larga más
riesgos cardiovasculares. Tampoco les debería sorprender su efecto sobre el
retraso del crecimiento. La cuestión es saber que pasa tras años de medicación.
—Si el TDAH no es un cuadro clínico,
pero sí un problema de conducta, ¿qué pueden hacer los padres afectados?
—Lo dificil hoy en día es que los padres puedan tener una atención más continuada y
sosegada con los niños. Pero la atención y
la actividad se pueden aprender, y mejorar. Hay estudios hechos y publicados en
la versión americana de Mente y Cerebro con niños pequeños abocados o
candidatos a recibir el diagnóstico. Se les enseñaba a los padres a realizar
diversas tareas con esos pequeños, con el objeto de educar la atención y su
impulsividad. Y se ha comprobado que con estas actividades consistentes en
juegos tipo «Simon dice», donde uno tiene que esperar a responder cuando se le
pide algo, se ha logrado que los niños mejoren y controlen la impulsividad o
los comportamientos que les abocaba al TDAH.
—Mientras tanto, usted señala que las
asociaciones de afectados tienen publicidad en sus webs de los laboratorios
farmacéuticos implicados en la fabricación de los medicamentos.
—Si usted echa un vistazo a alguna de ellas lo podrá
comprobar por usted misma. En mi opinión, las asociaciones de padres y
afectados por el TDAH, si no quieren hacerle el juego a otros intereses,
debieran tener prohibido en sus estatutos recibir financiación de los
fabricantes de medicación, y utilizar como divulgación sus explicaciones y
panfletos. Es como si ponemos al lobo a cuidar de las ovejas. Aunque los
laboratorios reciban cuantiosas multas por la inapropiada promoción de sus
preparados y afirmaciones engañosas acerca de su eficacia, como los 56.5
millones de dólares que tendrá que pagar el principal fabricante de
medicamentos para el TDAH, no será nada comparado con los 1.200 millones de
dólares que tiene previsto ganar en 2017 con uno de ellos. De estas cosas
también hay que hablar cuando se habla de TDAH.
—¿Recomendaría
usted alguna lectura a padres preocupados?
—A los padres de niños diagnosticados con TDAH les
aconsejaría, sobre todo, que no aceptaran guías cuyos autores y asesores tengan
conflictos de intereses con las industrias farmacéuticas. Que busquen guías independientes
que cuenten la verdad de lo que se sabe del TDAH y de las implicaciones que
tiene la medicación. En España el Boletín de Información Farmacoterapéutica de Navarraha editado una que se titula Atentos al
Déficit de Atención (TDAH) entre la naturaleza incierta y la
prescripción hiperactiva. Es una guía que puede ser muy útil para que los
padres sepan a qué atenerse o que esperar de los fármacos. Y que ellos decidan.